Y Facebook me recuerda que hoy es tu cumpleaños. Y te vuelvo
a recordar. Y te vuelvo a pensar. Me acuerdo de cómo fue la felicitación que te
hice el año pasado. De las cosas que me dijiste y de lo que esperaba. Y de ahí
paso a recordar nuestros encuentros, los mensajes y la idea que yo tenía de ti.
También lo que me hacías sentir o, más bien, cómo me hacías sentir. Hace justo
un año yo estaba en una nube. Me encontraba con cosas y sentimientos que no había
experimentado nunca. Me atrevía a pensar que las cosas para mí podían cambiar.
Y que, al fin, podía haber encontrado a alguien que me quisiera un poco más. O,
al menos, que me hiciera sentir especial. Era feliz. El mes de diciembre estuvo
lleno de ilusiones y buenos momentos que contrastaron con el dolor y la
angustia de enero. Intento recordarlo igual, pero no puedo. Creo que es verdad
eso que dicen de que nuestro cerebro es tan sabio que borra los malos recuerdos
para no hacernos más daño. Y aunque intente dar más protagonismo e importancia
a lo malo, no puedo. Y sólo soy capaz de recordarte como algo bueno. ¡Qué
tonta!