Aquí estoy, en Ámsterdam, volviendo a escribir después de mucho tiempo.
¿Quién me iba a decir hace un año que este verano no lo iba a pasar en España…?
Hoy hace tres meses que me fui de Madrid (lo escribí el 30 de junio). Hace tres meses que comenzó mi
aventura en Holanda. Aunque más que una aventura es, simplemente, una etapa.
Una etapa nueva en mi vida con cambios importantes que necesitaba y que, por el
momento, me hacen muy feliz.
En este tiempo he trabajado mucho. Y cuando digo mucho, es mucho. La
inauguración de la primera tienda de Pull and Bear en la ciudad ha sido todo un
éxito. Pero, por supuesto, no fruto de la casualidad, si no como recompensa a muchas,
muchas horas invertidas en diseñar una de las tiendas más grandes e importantes
de la marca a nivel mundial. Estoy orgullosa de decir que me encanta nuestra
tienda. ¡Es enorme y preciosa!
Sé que el resto de la gente no ve en ella todo lo que yo puedo encontrar, ni
valora cada detalle como cualquiera de los que vivimos allí podemos hacerlo.
Pero estoy segura de que sin esas pequeñas maravillas cuidadas, la experiencia
de nuestros clientes no sería la misma.
Por supuesto, no sólo de trabajar vive el hombre. Y la fiesta, salir y
conocer la ciudad son puntos obligados en la agenda de todo español. Así que,
aunque el esfuerzo desgasta y los largos paseos en bici también, siempre hay
tiempo para momentos especiales que disfruto con algunos de los españoles que he
encontrado en Ámsterdam.
Las cervezas en el bar de enfrente después de trabajar, las cenas en algunos
de los sitios más destacados de la ciudad, los domingos en el parque como
verdaderos holandeses aprovechando cada rayo de Sol, las visitas a antros con
la auténtica esencia de la ciudad y las tardes-noches relajadas solo con amigos
para charlar; son algunos de los momentos que hacen que este maldito tiempo de
lluvias no pueda conmigo ;)
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